Ayudemos siempre que podamos
pequeñas Acciones= Grandes cambios
Espacio Nancarrow O'Gorman
04. 03. 2022
Contar el polvo de la tierra es igual de imposible que contar el cabello que nace en nuestras cabelleras o que se ha desprendido de éstas en busca de otros territorios. El cabello es parte de nuestro cuerpo; nace y crece de él, crea identidades y puede entenderse, también, como memoria tangible de nuestro existir. En el cabello se encuentra contenida nuestra genética; una parte de quienes anteceden en nuestro linaje y de quienes, quizás, sucederán de él. Remite a diferentes temporalidades. Es sinónimo del transcurrir del tiempo y, a su vez, de cómo éste nos transcurre.
El trabajo con el cabello, principalmente bordado, es una práctica que requiere dedicación y paciencia debido a su complejidad. Se remite a siglos pasados e históricamente ha sido protagonizado por mujeres. Argelia Matus ha empleado este material durante quince años con un afán de reconstruir o transformar un elemento orgánico que, aunque desprendido de su cuerpo, mantiene un fuerte lazo de unión simbólica con él. Su práctica es un puente de identidades, de los ritos y mitos que se tejen respecto del cabello, principalmente del Istmo de Tehuantepec.
Las obras que conforman esta muestra portan una carga emocional y narrativa diversa en direcciones no solo anecdóticas sino, también, críticas y confrontativas. Los huipiles y lienzos con hoja de oro constituyen el inicio de su exploración con cabello con una intención íntima y catártica que busca reflexionar sobre el propio cuerpo y su fragilidad. Su serie de dibujos son, en gran medida, autorrepresentaciones en escenarios imaginados por la autora. A pesar de que Argelia nació y creció en una cultura que suele ser caracterizada por su vasto colorido, muestra gran respeto y cuidado por los colores que decide emplear como destellos, pues en la construcción de su identidad están íntimamente ligados a su memoria.
La obra de Argelia Matus comparte la intimidad de sus representaciones con quienes la observan. Es extensión de su ser, testigo de su presencia y de las memorias de los territorios que habita de manera tangible o imaginaria.
Contar el polvo de la tierra es igual de imposible que contar el cabello que nace en nuestras cabelleras o que se ha desprendido de éstas en busca de otros territorios. El cabello es parte de nuestro cuerpo; nace y crece de él, crea identidades y puede entenderse, también, como memoria tangible de nuestro existir. En el cabello se encuentra contenida nuestra genética; una parte de quienes anteceden en nuestro linaje y de quienes, quizás, sucederán de él. Remite a diferentes temporalidades. Es sinónimo del transcurrir del tiempo y, a su vez, de cómo éste nos transcurre.
El trabajo con el cabello, principalmente bordado, es una práctica que requiere dedicación y paciencia debido a su complejidad. Se remite a siglos pasados e históricamente ha sido protagonizado por mujeres. Argelia Matus ha empleado este material durante quince años con un afán de reconstruir o transformar un elemento orgánico que, aunque desprendido de su cuerpo, mantiene un fuerte lazo de unión simbólica con él. Su práctica es un puente de identidades, de los ritos y mitos que se tejen respecto del cabello, principalmente del Istmo de Tehuantepec.
Las obras que conforman esta muestra portan una carga emocional y narrativa diversa en direcciones no solo anecdóticas sino, también, críticas y confrontativas. Los huipiles y lienzos con hoja de oro constituyen el inicio de su exploración con cabello con una intención íntima y catártica que busca reflexionar sobre el propio cuerpo y su fragilidad. Su serie de dibujos son, en gran medida, autorrepresentaciones en escenarios imaginados por la autora. A pesar de que Argelia nació y creció en una cultura que suele ser caracterizada por su vasto colorido, muestra gran respeto y cuidado por los colores que decide emplear como destellos, pues en la construcción de su identidad están íntimamente ligados a su memoria.
La obra de Argelia Matus comparte la intimidad de sus representaciones con quienes la observan. Es extensión de su ser, testigo de su presencia y de las memorias de los territorios que habita de manera tangible o imaginaria.
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